¿Tengo que dejar de fumar antes de una operación de cirugía estética?
En todo proceso quirúrgico es preciso completar una historia médica del paciente en la que se detallen las intervenciones previas, enfermedades o circunstancias que puedan condicionar el proceso de preparación de la cirugía o su evolución posterior. Una de las recomendaciones que el cirujano puede dar en la primera consulta de cirugía estética es dejar de fumar antes de una operación. También reducir el consumo de tabaco. Esta recomendación se extiende a otras variantes que puedan contener nicotina como parches, tabaco de mascar o cigarros electrónicos.
Eliminar o reducir el consumo de tabaco antes de una cirugía
La asociación de tabaco y cirugía estética cobra especial relevancia por los efectos adversos que se producen en el proceso fisiológico de cicatrización. Este termina resultando más lento y de menor calidad. Para una correcta cicatrización es necesario un correcto aporte sanguíneo que permita cerrar la herida en óptimas condiciones.
El tabaco provoca la vasoconstricción en los capilares sanguíneos, disminuyendo el aporte de oxígeno a los tejidos. Además la capacidad funcional de la hemoglobina, una molécula encargada de trasportar el oxígeno, se ve reducida.
Infecciones postoperatorias
Asimismo, los pacientes fumadores tienen mayor probabilidad de padecer infecciones postoperatorias. Esto se debe a un deficiente actividad del sistema inmunitario y un mayor riesgo de necrosis de tejido. Estas complicaciones se hacen más evidentes en intervenciones quirúrgicas que requieren movilizar extensas áreas de piel o en aquellos procedimientos que por su naturaleza, disminuyen el aporte sanguíneo a los tejidos, como la abdominoplastia y la reducción mamaria. En el lifting facial, la cicatrización anómala o la pérdida de piel en los bordes de la herida son complicaciones posibles y más frecuentes en pacientes fumadores. Aunque algunas de las técnicas empleadas en la actualidad en las intervenciones mencionadas previamente, buscan preservar en gran medida la vascularización de los tejidos, el tabaquismo supone un riesgo innecesario.
Generalmente, se recomienda que el paciente fumador suspenda el consumo de tabaco, como mínimo de dos a cuatro semanas antes de determinadas cirugías. El objetivo es disminuir la probabilidad de estas complicaciones (necrosis, dehiscencias de suturas e infecciones), y mejorar su cicatrización. Interrumpir el hábito de fumar también debe extenderse al postoperatorio durante un plazo mínimo similar.
En ocasiones el deseo de conseguir el mejor resultado posible tras la cirugía, sirve de estímulo para que el paciente abandone definitivamente el hábito de fumar.
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